viernes, 21 de marzo de 2014

EVALUACIÓN DE LOS APRENDIZAJES

EVIDENCIA DE INFORMACIÓN 

EL PROCESO DE EVALUACIÓN: UN MODELO PARA PROFESORES en:
Tenbrink, Terry (2010). Evaluación. Guía práctica para profesores. Narcea editores. Madrid, España.



REFLEXION - EVIDENCIA DE INFORMACIÓN
EL PROCESO DE EVALUACIÓN: UN MODELO PARA PROFESORES
Considero acertado equiparar a la evaluación, en el presente artículo, con la emisión de juicios, debido a que en ambos casos hay que disponer de antecedentes y seguir un conjunto de pasos para llevar a cabo la acción. Efectivamente, evaluar implica disponer de un conjunto de datos, valorarlos, es decir expresarnos respecto de ellos y tomar decisiones. Muchos no nos damos cuenta que estamos evaluando constantemente: al tomar desayuno, al ponernos la ropa, cuando salimos de casa, cuando vamos a tomar un medio de transporte público, cuando vamos a almorzar fuera, etc. es decir que nuestros procesos evaluativos están activos en todo momento. Ello nos permite tomar las mejores decisiones para hacer lo que nos corresponde.  Esta actividad adquiere total relevancia cuando se trata del proceso de enseñanza-aprendizaje, y cuando nuestros juicios y valores van a acarrear consecuencias sobre terceros, es decir sobre nuestros alumnos. En ese caso, debemos ser sumamente cuidadosos para actuar con la mayor diligencia posible y evitar consecuencias funestas.
El modelo que se presenta constituye un ideal de evaluación. En muchos casos, no se podrá seguir a pie de letra, pero en otros sí. La idea es tratar de respetar siempre que se pueda los pasos indicados y en caso de no ser posible, determinar qué consecuencias podría haber y hacerse totalmente responsable de las mismas. Las tres fases son: preparación para la evaluación, recojo de información y valoración y toma de decisiones. Cada una, incluye varios momentos.
Este material de lectura es valioso para los profesores en tanto nos permite reflexionar sobre la trascendencia de la evaluación como proceso objetivizable, compuesto por un conjunto de momentos relacionados entre sí, con el único fin de tomar decisiones que promuevan el aprendizaje en nuestros estudiantes.
En este sentido, en mi práctica educativa, soy muy cuidadosa con la evaluación, suelo seguir procedimientos evaluativos transparentes, integradores, totalmente equitativos y sobre todo basados en el proceso más que en el resultado. Esto significa plantear una evaluación razonada, reflexiva y diseñada con antelación y con objetivos claros. Es así que acompaño al estudiante individualizándolo, adecuando contenidos, formas y tiempos a su propio paso, motivándolo constantemente y especialmente haciéndolo partícipe de un proceso de evaluación amigable, abierto, dispuesto a ser adecuado a sus exigencias y necesidades, y sobre todo flexible. Aplico dos tipos de evaluación: evaluación de actividades simples a las que califico con letras A,B y C que aprueban, y D desaprueba. Se trata de evaluaciones que no se avisan, de las cuales suelo anular entre un 15 y un 20%. De la sumatoria obtengo un promedio. Además planteo 4 evaluaciones sobre 20, avisadas, más complejas, sobre un conjunto de conocimientos trabajados. De allí obtengo otra nota. Estas dos notas se suman a la nota del examen parcial y del final y se divide entre 4; éste es el promedio final del curso. (Véase archivo adjunto Excel: Notas Audiorales).

Para ilustrar esta reflexión presento el siguiente video, donde apreciaremos la importancia de https://www.youtube.com/watch?v=eR1vG9uEDjI  

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